II Comunicado Intergaláctico,
Vitrina Dystópica, la realidad no es capitalista
Co-respondencia
Contra todxs quienes buscan negar
Con todxs quienes nunca van a desaparecer
Desde la guerra en curso
Entre la militarización y la fascista desfachatez.
Cabría insistir en que el pasado son ellos. Ellos, quienes sin cesar buscan hacernos desaparecer. Ellos, que al llenarse la boca con las palabras progreso o futuro no buscan sino negar todo otro mundo posible que no sea el de esta matanza prolongada y legitimada a la fuerza que llaman país y que, en una infame transacción, pretendieron rentabilizar y ajustar al nuevo orden de ruina global, o sea, como señaló Aylwin: la medida de lo posible. Cabría, entonces, insistir que lo que buscaron desaparecer, que lo que se esfuerzan en negar no son tanto los crímenes de estado como aquella potencia, aquella imaginación indómita, imprevista, que tanto complicó el orden fácil que repartía totalitarismos y democracias según la norma liberal del mercado; que ensayaba, por tanto, una radicalidad, sin precio alguno, de los encuentros.
Por eso ya en 1977, Hayek, decía luego de su visita a Chile y antes de enviarnos un modelo de constitución, que no había encontrado a nadie en las calles de Santiago que señalara sentir menos espacio para su libertad individual bajo Pinochet que con Allende; dando cuenta con ello no solo de la desaparición masiva y organizada de cuerpos y vidas – nuestrxs vidas, nuestrxs hermanxs – sino junto con ello de la desaparición de una posibilidad siquiera de enunciar, es decir, imaginar algo distinto al autoritario reino de la libertad individual. Porque el mismo gringo Hayek lo decía muy clarito sobre Chile unos años después: más valía una dictadura liberal que una democracia totalitaria. ¿Y a qué se refería con democracia totalitaria? Pues a algo que se atreviera siquiera a avanzar más allá de la libertad individual entendida como económica, entendida como poder convertir cualquier cosa en mercancía, entendida como la posibilidad de disponer de todo el ordenamiento político – policial para sostener la acumulación en las manos de aquellos que la democracia allendista, que la unidad popular, toda parecía amenazar.
Y, curiosamente o no, esa sutil distinción a la que se aferra la defensa en clave moral del asesinato sistemático, como cuando Piñera lamenta que la “crisis política de la Unidad Popular” haya “enfermado” el sistema constitucional chileno, se les revienta en la cara ahora que buscan por todos los medios hacer totalitaria la realidad. Cuando el negacionismo lo expelen sin reservas, con esa fascista desfachatez de los pacos pisando el patio 29, de los pacos invadiendo colegios y universidades el 10 de septiembre como si ese once pudieran hacerlo repetir infinitas veces. En ese negacionismo barsa, irrespetuoso, patronal, afirman la honestidad más cruel y la falta de secreto alguno frente a los fines que persiguen: negar un tiempo presente donde alojar la capacidad de imaginar un nosotros con quienes fueron desaparecidos y aún quieren seguir haciendo desaparecer, con las y los que luchan y hacen imposible cualquier tipo de medida, o sea, cualquier tipo de país o nicho de consumo constitucional, donde la muerte se imponga como única condición posible para componernos una vida. Negarnos ese encuentro con quienes llamamos nuestrxs no por propiedad, sino porque nos atrae, nos erotiza su imaginación política, esa forma de desafiar la idónea y a la vez miserable servidumbre al capital, y en la que reconocemos una práctica que convoca toda la historia de los oprimidos. Encuentro improgramable que les aterra, que buscan negar, que, ante todo, buscan mantener desaparecido.
Ahora bien, antes que solo un giro en la función del poder en condiciones de un presente “nuevo”, habría que entender la totalización de la realidad como la actualización presente de un proyecto civilizatorio que tiende a reforzarse cada cierto tiempo. Porque “democracia” y “fascistización del sentido común” no necesariamente rivalizan, antes bien, esta relación ilustra con claridad el mecanismo fundamental por medio del cual triunfa la dictadura y se mantiene al estado como el garante y custodio de la ordenación policial total del aparato cívico-militar. Pero – ¡y cómo no! – siempre en nombre de esa infame “ciudadanía” emérita y traidora, respetuosa de las instituciones y valores golpistas que llaman fundamentales, sobre la que se forja el crédito social de la democracia de hoy. “Democracia protegida” entonces temerosa de las mayorías que el fantasma de la unidad popular dejó en cada nombre, en cada relato, en cada recuerdo vibrante y rebelde, en cada barricada, en cada marcha.
E insistimos que de lo que pretendieron proteger a la democracia fue de la posibilidad de armarse un tiempo y un espacio para el error, buscando reducir todo campo de posibilidades a una “estructura determinista”; atacando la invención, la experimentación política de una vida en común con todxs aquellxs que hicieron y siguen haciendo desaparecer. Y, sin embargo, allí y cada vez que buscan negar que la desmesura de toda imaginación política nace de la implacable necesidad de cambiarlo todo, reafirman las razones para un desacato cada vez más profundo y sostenido. Que, si es sin duda perceptible por todxs esa defensa armada de la devastación capitalista como único horizonte posible, lo es precisamente en su insostenible fragilidad. Que si incrementan la represión es por temor al contagio y proliferación de las siempre presentes resistencias; que si buscan escapar del planeta es porque saben lo inagotable de su ambición.
Y es aquí donde nuestro septiembre tiene el color de una temporalidad muy distinta a la del pasado perdido. Huele, sabe, se siente, invita a la posibilidad de elaborar un después de esta destrucción que llamaron futuro y que ahora revienta por todas partes. Es esa memoria, ese encuentro con la imaginación política indómita la que queremos juntxs saludar. Es ese encuentro sin medida con toda la historia de lxs oprimidxs lo que más quisieran evitar, prohibir, sancionar; y a lo que no nos cansaremos de arrojarnos. Porque frente a la tiránica pregunta por el futuro que ahora aparece imposible y con la cual buscan que salvemos sus posibilidades de ganancias; nosotras, nosotros, le plantamos la pregunta por este después que solo se hace habitable en tanto experimentación política transtemporal, es decir, una invocación, un abrazo con todxs quienes no van a desaparecer, con todo aquello que jamás podrán asesinar.
>> Foto: Memoria, colaboración de Nicole Kramm