Comunicado, La Intergaláctica/internacionalismo molecular

Yo soy Cléone…

Recibimos la traducción de esta carta originalmente publicada en francés, parte de un nuevo internacionalismo que, por todas partes, se despliega.

Yo soy Cléone, originaria de Congo, esclava fugitiva a la edad de 35 años. Hui del Amo y sus cadenas, M. Galibert, el 30 de abril de 1766.

En todas las calles fue expuesto este aviso como cada vez que un hermano o una hermana se atrevían a escapar:

Santo Domingo, Afiche estadounidense – 1766-04-30

Una negra llamada Cléone, bautizada bajo el nombre de Marie-Jeanne, nacida en el Congo, de 35 años, pequeña, con una cicatriz en una mano entre el pulgar y el índice, marcada AYMERY S. MARC, está fugitiva desde hace tres semanas. A los que la reconocieran, se les pide que la hagan arrestar y que notifiquen al Sr. Galibert, Comerciante en Ciudad del Cabo, o al Sr. Dulary en St. Marc.

Nunca me encontraron. Los capataces, esos bastardos, no me encontraron, no me encerraron sus secuaces, ni me atraparon sus perros, me escapé a las montañas donde me uní a otros fugitivos y otras fugitivas. El 14 de agosto de 1791, en Bois-Caimán, estaba por supuesto, con los fugitivos y fugitivas que iniciaron la revuelta; estuve con Boukman en la ceremonia del vudú, estuve con los cantos de Cécile Fatiman, hice el pacto de sangre, lo firmé en el sacrificio de un cerdo negro.

En Haití, por supuesto, con los revolucionarios, en México con Zapata, en China con los Boxers, en Inglaterra con mis sistas las sufragistas del Club de Autodefensa, en Argelia contra el imperialismo francés, en España junto a lxs que lucharon contra los fascistas y la dictadura de Franco, en Chile con las y los resistentes al régimen de Pinochet apoyado por los gringos, en Rojava… ¡Y así, seguí escapando!

En todas partes donde los individuos entendieron que no se negocia con la ley del Amo, pues este la reajusta a su conveniencia, según la situación y su codicia. En todas partes donde los individuos rechazaron las reglas tramposas de un juego injusto que los oprimía, los mataba, los adormecía… En todas partes donde los individuos sabiamente terminaron de exigir justicia a la justicia del Amo – ¿se exige justicia a la mano que te estrangula? No, se la cercena. En todas partes donde los individuos se entregaron en carne y sangre a la batalla, donde levantaron sus cuerpos para romper sus cadenas, destrozar las estructuras estatales que las justificaban y desafiar a la policía que las defendía… A todas partes, llegué con mi fuga enloquecida.

De la menor huelga a la más pequeñita oposición, a todas esas partes me fugué. De disturbios a levantamientos, de motines a insurrecciones… con los comuneros en 1871, ¡estuve en cada barricada! Detrás del primer “cacatov” de un chaleco amarillo: ¡Soy Fouquet’s! – Entre los alborotadores de 2005 y las liceanas y liceanos de Mante-la-Jolie, Grenoble, Aulnay-sous-Bois, Bergson … estuve en todas las revueltas. Y no estoy sola. No están solas. No están solos.

Cada vez que la carne se levantaba, nuestra horda se fortalecía. Cuando un cuerpo se paraba de frente al poder en una fábrica, cuando un cuerpo se alzaba en el McDonald’s más podrido del suburbio más abandonado, cuando un cuerpo obstinadamente se mantenía frente el gatillo de un LBD … cada vez que un cuerpo se levanta, se levanta con toda nuestra potencia, cargado de todxs nosotrxs. Se arroja, este cuerpo, lleno de otrxs rebeldes, fortalecido por otrxs fugitivos, erizado con la memoria de lxs esclavxs deportadxs a las colonias, ferviente con el recuerdo de los comuneros… ¡En los Campos Elíseos estábamos allí! En Argel, en Sudán, en la ZAD de Notre-Dame-des-Landes, en el Panteón con los chalecos negros, en Chiapas, en el Palacio de la mujer, en Hong Kong … ¡estábamos allí!

En cada lugar en donde nuestros cuerpos se han levantado contra la tiranía del patriarcado, hemos atacado la norma, hemos roto la correa de la identidad civil. ¡Ni señor ni señora! “Queer” no es una función, ¡a la mierda tus casillas! No, blanco insignificante, no nos administras, ya no me administras a mí. Crecimos, proliferamos indómitas. En el calor de las luchas nuestra potencia no dejaba de reforzarse. Con nosotrxs la memoria intacta de las mujeres asesinadas por los verdugos del patriarcado: la de Adama Traoré, de Marielle Franco, de Steve Maia Caniço, de Zineb Redouane. Con nosotrxs los miles de hombres, mujeres y niños desaparecidos en el Mediterráneo. Cada vez que nos alzamos, intensificamos nuestros deseos, nuestra digna rabia, nuestra historia, nuestros vínculos, y ganamos.

Soy Cléone y he visto al senil Amo occidental destruir múltiples mundos para la expansión de su comercio internacional. Lo he visto, al macho blanco, ese degenerado, colonizar los cuerpos para expandir su toxicidad y destruir la biodiversidad, imponiendo en todo el planeta un lenguaje de asfalto monocromo y unicelular. Soy Cléone, la historia de nuestra potencia de actuar, de los mundos múltiples y deseables.

Me acuerdo cuando en el 2019, en Francia, otro gran burgués, primero de la clase, del cual la historia no retuvo ni su nombre, se las dio de pirómano soplando las brasas del odio y del racismo. Se soñó tirano, reelegido en 2022 sobre las cenizas de un país en ruinas y dividido. Esas elecciones nunca tuvieron lugar.

Después de los grandes incendios del verano del 2019 y los bosques del mundo devastados, la nube del fascismo liberal se posó sobre la ciudad de Rouen. Desde esta metástasis capitalista, de 22 km de largo y 6 km de ancho, chorreaba la arrogancia y tóxica maldad del Amo.

Nubes de lacrimógenas, nubes de asbesto, humos de hidrocarburos, incendios forestales, barrios populares asediados, opositores brutalizados, manifestantes criminalizados… gaseados por las milicias zombis, cuanto más nos asfixiábamos, más nuestro destino común era romper el fúnebre horizonte del capitalismo.

El patriarcado y el capitalismo en fase terminal ya no podían seguir disimulando la relación directa entre poder y jerarquía, y la opresión y destrucción de lo viviente. Las poblaciones oprimidas, cada vez más lúcidas, salieron a la calle.

Chalecos amarillos, chalecos negros, esclavos fugitivos, protesters, obreras, zadistas, precarias, liceanas, ecologistas radicales… Nosotrxs fuimos esa profundidad histórica de nuestras luchas. De Hong Kong a Chile, de El Líbano a Ecuador, de Iraq a Cataluña… éramos millones armados con nuestras manos, armados con coraje, con paraguas, memoria, adoquines, chalecos, sabiduría popular y callejera…

Cuanto más en las calles y en las rotondas nos encontrábamos, nos reconocíamos, tejíamos nuevas amistades, reforzábamos nuestras complicidades… más a través de las pantallas ladraban sus perros guardianes.  Y cuanto más sus perras guardianas chillaban en la tele, más estragos, asesinatos, nihilismo, acumulaba el capitalismo en huida hacia delante.

El poder y sus sirvientes se cagaban de miedo. Recuerdo en 2018 en Francia, el helicóptero en el jardín Elíseo. En 2019 todavía en Francia, el ministerio del Interior – además de los cargamentos habituales de granadas, LBD, gases lacrimógenos – ordenó 25 millones de cartuchos para fusiles de asalto… Al mismo tiempo, en Hong Kong, el poder hacia disparar ya, contra sus opositores balas reales. Testamento en el bolsillo, lxs jóvenes manifestantes aún luchaban.

En Francia, el presidente y sus ministros ya no podían visitar ningún rincón del país sin que los pueblos estuvieran repletos de policía y sus habitantes confinados en sus hogares. Los policías llegaron a reventar globos de cumpleaños con el pretexto de que eran amarillos. Cuando sobre lxs niñxs se lanzan perros y granadas; cuando se les dispara con las LBD, cuando se les hace arrodillar con las manos detrás de la cabeza; cuando contra nuestrxs hijxs se envían las milicias de la BAC … es porque han perdido su calma, su dignidad, es que se están cagando encima.

Nosotrxs lo sabíamos, era esencial y posible vivir de otra manera. Cada uno tuvo que emprender su propia travesía, cada uno tuvo que abandonar la obligación de zombificarse. La inteligencia colectiva produjo concretamente un paisaje más deseable.

La autonomía fue el principio activo de una reconexión vital con lo real. Fue largo, complicado, pero paso a paso, calle a calle, bloque tras bloque… a punta de disturbios, comedores populares, ocupaciones, huelgas salvajes, ZAD, colectivos de vecinos, sabotajes… logramos liberar todos los cuerpos.

Nadie más tuvo que temer aparecer en su singularidad, tantas razas y sexualidades posibles como individuos. Fue la multiplicidad de las condiciones de existencia, lo que permitió amortiguar el impacto de la catástrofe ecológica y terminar con la necropolítica de los opresores. La sustitución del mundo gobernado por la miseria, por uno de los deseos salvó a los vivientes. Con la solidaridad de todas nuestras luchas en el mundo, surgió un nuevo continente de autodefensa. Sólo teníamos el histórico poder de nuestras luchas, nuestra potencia de actuar recobrada, nuestra ira.

Soy Cléone y es desde el futuro que les hablo – a fuerza de fugas, de fugas y de revoluciones, he llegado lejos… – Les hablo desde mucho más allá de ese 2022 que jamás tuvo lugar. Desde acá les voy a contar cómo es que ganamos.

Aún tengo mi pequeña cicatriz entre el pulgar y el índice y, sin embargo, casa todavía no… continúo escapando, prolongo mi fuga, experimento mi libertad. No tengo casa, publicaré esta historia, la nuestra, en los sitios amigos.

Mi cara es inaprensible como la noche y, como ella, mi historia será nómada.

Cléone