Sexto comunicado intergaláctico.
A 100 días de la erupción de oktubre, junto a l@s secundari@s indómit@s, las asambleas territoriales y las bandas anónimas de autodefensa.
A la primera línea que ha hecho de la lucha contra la policía un desafío diario en cada población, en cada casa, en cada beso, en cada amistad.
A la Internacional Intergaláctica, porque el mundo que se acabó es SU mundo y el nuestro comienza a brotar en medio de la catástrofe.
Vitrina Dystópica, la realidad no es capitalista.
La tierra tiembla en medio de la devastación total del mundo y sus formas de vida. Se abren cráteres volcánicos en medio de las metrópolis del capital y, entre movimientos tectónicos imprevistos, descontrolados, expulsan desde las profundidades de la destrucción el magma de otros mundos posibles en lucha: Ecuador, Chile, Hong Kong, Francia. Somos el flujo contenido de años de acumulación por destrucción y, a 100 días de la erupción de oktubre, desde el chile que se acabó, insistimos y persistimos en propagar por las arterias del zombie el deseo de querer vivir de otro modo. No podemos no estar en llamas, cuando no hay afuera frente al incendio total del mundo. Sólo en medio del cauce quemante, pero a la vez vivo y alegre de la insurrección, ensayamos modos para reencontrarnos, cuidarnos, defendernos, sonreírnos.
El 18 de oktubre la fuerza indómita de lxs secundarixs abre una fisura a la militarización total de la vida cotidiana chilena. Retiradas en ofensiva al secuestro totalitario del terrorismo neoliberal se multiplican por el país. Desde las escuelas intervenidas por policías, l@s desacreditados por el mercado financiero y por la prensa se abrían paso a las profundidades de la tierra y el malestar del país para abrir los torniquetes no sólo del metro y dejar pasar gratis la rabia, la bronca, el aislamiento, la soledad frente a la miseria. Van 100 días de ponerle el cuerpo a una política de exterminio con que nos cobran haber propagado una fuga masiva a su mundo, que es su guerra, y que había sido declarada desde 1973 hasta hoy en día en el wallmapu, en las poblaciones, en el trabajo, en el metro y en la calle contra tod@s quiénes desafiaran la regla de “poner la otra mejilla” a la precariedad.
Ya no estábamos solos, y sería en la burla a sus políticas de control que encontramos salida a la delicada y sofisticada gestión del aislamiento en que nos encontrábamos. Como rayaban los muros: “Perdimos muchos años peleando entre nosotr@s”. Había llegado el momento de poner en común nuestras estrategias de cuidado, de poner en común nuestros privilegios y defendernos de esta siniestra regla zombie de extracción de valor que a partir de infundir y capturar el miedo, la inseguridad, la guerra nos mantenía famélicos y disponibles a lo que creían era su intocable régimen de violencia.
El eco de la erupción sigue en nuestra atmósfera, no eran 30 pesos, eran 46 años de naturalizar la regla del “sálvate solo”, de la capitalización individual o “autogestión de tu propia miseria”. De pie frente a nuestrxs presxs, todas las muertas por el patriarcado, los ancian@s obligados a no descansar, las tierra y el mar expoliados, los niñxs contaminadxs o presos, en medio del allanamiento a las comunidades mapuche y la persecución a quiénes luchan. De pie frente a su guerra nuestros cuerp@s ya no podían seguir tolerando el mandato de “responsabilización individual” y culpa frente al cálculo y la previsión que contiene su sanguinaria política de gestión de nuestras impotencias y el exterminio de nuestros territorios.
A 100 días de la revuelta hemos sacado a la calle lo que de ella hemos aprendido durante 46 años de saqueo y que no podrán caberle en la cabeza ni a los ricos ni a su bruta inteligencia policial jamás. Todas las “vivezas colectivas”, las fuerzas, el aguante, la solidaridad barrial, la confianza en quiénes no son policías, la rabia, el coraje y la rebeldía con que hemos sostenido la imaginación y el ánimo sin ceder ningún metro al terror sistemático de SU mundo.
En la calle están las amigas y los amigos, las raras, l@s extranjer@s, los barra brava, las abuelas enojadas, los perros y los dinosaurios, los que siempre estuvieron ahí, pero nadie veía, los invisibles del trabajo callejero y de quiénes viven en la calle, pero también los odiados, los flaites, l@s lanzas y l@s ambulantes, los huachitos y las huachitas, los pingüinos y los universitarios, están los que trabajan a la buena y a la mala, pero al final todos los que les ha tocado más en mala que en buena. A 100 días de la erupción de la rabia y de nuestra alegría en la calle están todas las constelaciones y mundos que en el anonimato de la vida cotidiana, desde los malls hasta los persas, desde los carritos hasta la cancha, en los centros sociales, en los territorios liberados, en las tomas de las escuelas, en los grupos de autodefensa feminista, en los círculos de estudio, en los comedores libres, en las plazas, en la vereda, en los bares y en la esquina, nunca se perdieron de vista entre sí. Los que sin propiedad, más que el cuerpo que habitamos, nunca pudimos dejar de orbitar y atraernos mutuamente frente al vacío que nos mantenía ideados sólo como una serie de automatizaciones y números.
A 100 días de la erupción de oktuvre en la calle seguimos “los alienígenas”, los que acabamos de abandonar en ofensiva SU MUNDO y que estamos entre ustedes, porque somos el 94% del país; los que odiamos a la policía y no sólo la enfrentamos en la calle, sino que conspiraremos y abortaremos todo reducto policial que nos quede en el cuerpo. Porque a 100 días no abandonamos la primera línea, sino que la multiplicamos en la población, en las casas, las escuelas, las camas, las fiestas. Porque a 100 días no estamos solos y no nos soltaremos, somos millones de constelaciones en erupción contra su mundo, el de los miserables, el mundo que tambalea a la erupción global, el mundo que, aunque no quieran asumirlo entre sus tanques, se acabó.